Ésta fue la invitación que nos encontramos, la mayoría de nosotras con sorpresa, el lunes 10 de octubre. Teníamos dos días para encontrar el disfraz del personaje que nos había tocado, sin embargo el verdadero “momento disfraz” llegó el mismo día 12, por la tarde.
Cartones, pintura, maquillaje de cara entera, vestidos de princesa… Antes de entrar al comedor, Olabidea se había convertido en Camelot en carnavales (o algo parecido), y a medida que entrábamos nos fotografiamos en un photocall improvisado, que algunas se saltaron con mucha alegría.
El ambiente dentro del comedor era auténtico. Las únicas luces eran velas, había escudos en las paredes, las mesas estaban dispuestas en filas alrededor de un espacio reservado a sus majestades, el Rey Marta y la Reina María, y la música que sonaba era lo más medieval de la década de los 90.
Cuando todas estuvimos reunidas, comenzó la presentación. Nos habíamos convertido en personajes de todo tipo: Cortesanos y damas, Romeo y Julieta, caballeros, Shrek y Fiona, Don Quijote y Sancho Panza, Rapunzel, las viudas (“¡Paco, vuelve!”), los bufones, el gato con botas, un dragón, los tres mosqueteros, y un largo etc. ¡Incluso estaba Santo Tomás de Aquino!
Y llegó el momento de la comida. En las mesas, a modo de platos, había tablas y cuencos, y, a modo de cubiertos… Las manos. Para algunas fue divertido comer con las manos, pero a otras les costó verdadero trabajo manejar el pollo. Las cocineras medievales hicieron un trabajo espléndido paseando ollas enormes, y no hay que olvidarse de las mazorcas de maíz, que llegado un momento, tuvimos que coger al vuelo.
El Primer Banquete Medieval acabó con helados, bailes en el salón, y duelos a espada de plástico en los pasillos. Y, además, pudimos comprobar que en Olabidea se nos da muy bien disfrazarnos, así que nos despedimos, con miras a la próxima cena especial.
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